lunes, 28 de noviembre de 2011

Si la vida me da limones, yo hago limonada...

Eso es lo que llevo haciendo año tras año durante demasiado tiempo. Para un rato, eso está bien pero llega un momento en el que cansa.
Estoy TAN harta de limonada…

No quiero más limones. 

Mi vida ya es lo suficientemente amarga como para que se amargue más aún.

Algo dulce, eso es lo que necesito… ¿por qué no aparece alguna fresa
Un batido de fresa mejoraría un poco mi vida.

Algo de azúcar para endulzar mi existencia, eso es lo único que pido.


Dicho queda.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Opuestos...

Eso de que los polos opuestos se atraen es una asquerosidad, es horrendo, lo peor que podría pasar.

Todavía no lo comprendo… ¿Cómo es posible que dos personas que no tienen nada en absoluto en común puedan estar juntas?

Bajo mi punto de vista, todas las relaciones deben comenzar con una base, y según pienso, esa base suelen ser los intereses comunes y esas cosas, ¿no?

Pues parece ser que estoy equivocada…

Solo tenemos que hacer un recorrido por las historias que se han escrito:
-El ángel se enamora del demonio.
-La sirenita se enamora del príncipe humano.
-La dama londinense de alta cuna cae rendida ante los encantos de un pirata.

La chica se enamora del malo y bla bla bla. Así miles de historias más.

Pero, ¿qué tiene de malo que dos personas afines quieran estar juntas?

Bajo la regla de tres del dicho, eso no puede pasar. Pero ¿por qué? Creo que no es una cosa tan mala.

Por eso, al primero que dijo aquello de “los opuestos se atraen”, le daría tal patada en el culo que lo mandaría a la Luna.

Dicho queda.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Huir...

Eso es algo muy sencillo y normalmente es la opción que se suele tomar, aunque eso no significa que sea lo acertado.

Diariamente huimos muchas veces:
-Huimos de determinadas conversaciones.
-Huimos de algunas personas.
-Huimos para no tener que llevar a cabo algunas de nuestras responsabilidades.
-Huimos simplemente para sentirnos mejor…

Pero con esto no solucionamos nada de nada. Lo único que conseguimos es que todo se acumule, hasta que llega un momento en el que la pelota que se ha formado es tan inmensa que no sabemos cómo librarnos de ella o solucionar aquello que la ha formado.

Huyendo no solucionamos nada, simplemente empeoramos las cosas.

Aunque normalmente sea difícil, tenemos que intentar no hacer eso. Tenemos que ser valientes y a pesar de que no nos guste, tenemos que enfrentarnos a aquello que tememos.

Enfréntate a tus miedos, es un consejo estupendo.


Tendría que aplicármelo a mí misma, pero, como se suele decir, “es mucho más fácil decirlo que hacerlo”, ¿verdad?

Dicho queda.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Mis por qués...

Muchos se preguntarán (bueno, o solo unos pocos), y esta... 

¿por qué estudiará Veterinaria

La mayoría de estudiantes de esta carrera a los que le preguntases te contestaría cosas como por vocación, porque me gustan los animales y demás cosas similares... pero yo no.

Aunque por supuesto pienso que las cosas anteriores son muy importantes a la hora de escoger que estudiar, para mí no lo son todo.

Lo que yo contestaría si me preguntasen eso sería que estudio veterinaria porque pienso que los animales son mucho más agradecidos que la mayoría de las personas.


Dicho queda.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Me encanta...

Me encanta el sonido del agua en los cristales los días de tormenta.
Me encanta pasarme la tarde conversando con un libro.
Me encanta el olor del césped recién cortado.
Me encanta el ronroneo de los gatos.
Me encanta que me susurren al oído.
Me encanta decir tonterías solo para sacarle una sonrisa a alguien.
Me encantan los saltitos que da mi perro en cuanto me ve aparecer.
Me encanta mirar a un desconocido por la calle y que este me responda con una sonrisa.
Me encantan los caballos.
Me encanta la textura de la arena entre mis dedos.
Me encanta el calor del sol en invierno.
Me encanta mirar las estrellas.
Me encantan las risitas de los niños.
Me encanta ver amanecer y atardecer.
Me encanta que el viento me revuelva el pelo.
Me encanta la nieve.
Me encanta mirar a la gente a la cara y ver como se pone nerviosa.
Me encanta dormir con mi perro.
Me encantan las conversaciones tontas.
Me encanta la tranquilidad de la noche.
Me encanta que me den la mano.
Me encanta llevar gafas de sol y espiar a la gente.
Me encanta que me sujeten la puerta para dejarme pasar.
Me encantan los días nublados.
Me encanta soplar los dientes de león y ver como el viento se lleva las semillas.
Me encanta el rubor que cubre mis mejillas cuando hablo con gente a la que acabo de conocer.
Me encanta “cantar” cuando creo que estoy sola.
Me encanta pasear bajo la lluvia.
Me encanta suspirar.
Me encanta escribir.
Me encanta escuchar el canto de los pájaros.
Me encanta que me duela la cara después de una tarde llena de risas.
Me encanta escuchar música con los ojos cerrados.
Me encantan los peluches.
Me encanta tumbarme a observar la forma de las nubes.
Me encantan las personas que les ceden su sitio a los ancianos en el autobús.
Me encanta el cosquilleo cuando se me duermen los pies.
Me encanta mirar como los peces abren y cierran la boca.
Me encanta “bailar” cuando creo que nadie me observa.
Me encanta sonreír sin motivo aparente y confundir a la gente.
Me encanta ver las parejas de abuelitos que pasean cogidos de la mano por el parque.
Me encanta que se me erice la piel.
Me encantan las historias de amor.

Me encanta imaginar historias.
Me encantan los pajarillos posados en los cables de la luz.
Me encanta taparme con la manta para sentirme protegida.
Me encanta el olor de la chimenea.
Me encanta el sonido que hace mi perro al estirarse.


Me encanta el olor de las páginas de los libros recién comprados.
Me encanta mirar el mar.
Me encanta tumbarme en la hierba.
Me encanta pisar hojas secas.

Me encanta… simplemente.

Diario improvisado.

Hay determinadas ocasiones en las que es tanta la angustia y el pesar que sientes, que te dan ganas de morir, literalmente.

Por muchas cosas, hoy me siento yo así. Bueno, hoy, todo lo que llevamos de semana, la semana anterior… 

Me siento ignorada, ausente, menos que un cero a la izquierda. Odio la sensación.
Más o menos la tenía ya medio olvidada, pero parece que el mundo ha conspirado para que eso no pase.

Recuerdo que una vez me prometí que eso no me volvería a ocurrir, que lucharía contra ello pero ya ves, cosas de la vida, por más que lucho, nada tiene resultado. A partir de mi explosión de hace relativamente poco tiempo, me sentía genial conmigo misma. Incluso pienso que estaba mejorando pues me he hecho más abierta a la gente, dejando un poco de lado mi asquerosa timidez.
Pero en estos días, me ha vuelto todo lo malo que quería olvidar de golpe: la inseguridad, la dependencia, el pensar que soy inferior… Es horroroso. Sinceramente digo que no sé cómo estoy aguantando tanto tiempo viva.

Yo soy una de esas personas que mentalmente son muy frágiles. Con poco que me digan me pueden hundir en la miseria y yo muy difícilmente salgo del asqueroso pozo en el que me caigo.

Digo que tengo amigos, pero en realidad sé que eso no es cierto, que simplemente se trata de conocidos que más o menos toleran mi presencia y mis estúpidos comentarios.

Ahora se la verdad y poco a poco me voy ahogando. Antes, por lo menos chapoteaba algo, pero ahora el agua prácticamente me llega a la nariz. Si sigo así, creo que me voy a morir de pena.

Mi entorno me dice que estoy rara… ¿y cómo no iba a estarlo? Muchos otros en mi situación ya se habrían metido un balazo entre ceja y ceja, pero yo no. Aguanto y aguanto y aguanto. Mi voluntad está destrozada, mi amor propio, desaparecido, mi autoestima es inexistente, y el resto, bueno, el resto da un poco igual pero más o menos está todo de la misma manera.

Para que veas, le cuento lo que pienso a un blog, porque, ¿quién querría escucharme? Sinceramente, pienso que nadie. Al parecer no merezco tal honor.

Estoy destrozada y así seguiré hasta que estalle del todo o hasta que al fin aparezca alguien, una sola persona, que me comprenda de verdad. No hace falta que sea del todo, con una pizquita de comprensión me conformaría. Lo que no quiero despertar en nadie es lástima. Me quedaran pocas cosas por destrozar, pero al menos creo que todavía me queda dignidad.


Porque, como se cita en un famoso libro: 

“Al fin y al cabo, ¿de cuántas maneras se puede destrozar un corazón y esperar de este que siga latiendo?”

Ahí lo dejo, espero que mañana no tenga que volver a escribir nada parecido.



Alicia.